Cuando existe un conflicto entre las demandas de un individuo y el lugar donde este pasa la mayor parte de su tiempo, se crea un desequilibrio físico y emocional que ya en 1982 la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconoció como enfermedad del siglo XXI: el Síndrome del espacio o edificio enfermo (SEE).
Permanecer largo tiempo en lugares que no están diseñados de forma correcta tiene un impacto negativo (medible y superable), en nuestro rendimiento y en nuestra calidad de vida.
Así también, podemos ver cómo esto afecta a nuestra inteligencia emocional, disminuyendo nuestro potencial para desarrollar talentos y capacidades.

Síntomas
Entre los síntomas físicos del Síndrome del espacio enfermo se encuentran:

· Dolores en el cuerpo, asociados a la falta de un diseño ergonómico.
· Afecciones oculares y de desgaste visual, producidos por el incorrecto diseño de la iluminación.
· Enfermedades de las vías respiratorias, debidas al inadecuado diseño de la ventilación natural y mecánica.
· Alergias sistémicas por el uso indiscriminado de elementos de decoración, materiales y texturas que acumulan gérmenes y son de difícil mantenimiento o rápido deterioro.
· Padecimientos emocionales, que son los más importantes y comunes, a la vez que, de más difícil diagnóstico.
Ser más eficiente es un compromiso del hombre y la mujer urbano. Pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados y frecuentemente mal diseñados. El otro 10% en el exterior, donde además somos víctimas constantes de la sobre estimulación tanto visual como auditiva, y de la contaminación ambiental.

La casa y el trabajo son los lugares donde pasamos la mayor parte del tiempo. Deben ser, pues, espacios para conectar con nuestros propósitos, ideales, con nuestra voluntad de ser mejores profesionales, mejores padres. Espacios para velar por nuestra salud y unas mejores expectativas existenciales; en definitiva, espacios para lograr una mayor calidad de vida.
Si en un determinado momento detectamos algunos de los síntomas descritos más arriba y estos no tienen causa cierta en alguna enfermedad conocida, es bastante posible que estemos padeciendo el Síndrome del espacio enfermo.
Afecciones emocionales
Debemos además considerar los siguientes síntomas emocionales como manifestaciones posibles del estrés que causa el no tener un lugar adecuado en el que habitar y trabajar:

· Necesidad constante de salir de tu casa o trabajo.
· Poca motivación para regresar.
· Incomodidad permanente dentro del espacio, no encontrar paz ni tranquilidad.
· Tardar mucho tiempo en hacer o concluir deberes.
· Sentir que el espacio no te refleja como persona y no proyecta tus ideales.
· Te resulta difícil mantener tu espacio limpio y en orden, o esto te toma mucho tiempo.
· Avergonzarte de que los demás te visiten y vean tu hogar.
Por supuesto, hay muchos otros síntomas que podemos experimentar sin imaginar siquiera que la respuesta está en nuestros espacios y mobiliarios, así como en la interacción que tenemos con ellos.
La importancia de un buen diseño
Tanto el letargo, la falta de motivación, los trastornos del sueño, como la incapacidad de tomar decisiones inteligentes, se combaten de forma efectiva diseñando espacios tomando en cuenta las necesidades físicas y emocionales del usuario.
En lo particular, aplicamos en nuestros diseños principios de psicología y neurociencia para lograr espacios correctamente diseñados que por consiguiente mejoren la eficiencia laboral y actitud en la vida. Esto nos lleva a obtener resultados comprobables en el manejo de las finanzas, así como de la conducta personal y por lo tanto de las relaciones con los demás.

Ahora bien, siempre hay formas para que desde tus posibilidades mejores tu entorno e incrementes tu calidad de vida. Te recomiendo que investigues, indagues y consultes con profesionales. Habitar y trabajar en espacios adecuados es una forma de vida, una manera de ser y de generar inteligencia.
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