La arquitectura en el devenir de los siglos se transmuta en un megáfono del pasado que está atado, inevitablemente, a nuestra memoria y, por ende, a nuestra identidad o sustantividad. La destrucción o descuido del patrimonio monumental engendra un grado de amnesia en los grupos sociales que los lleva a la distorsión de la historia. El capítulo más asfixiante de la novela “Cien años de soledad” es cuando Macondo va perdiendo la memoria cayendo en el riesgo de dejar de ser y convertirse en “el otro”.
Al asumir el arte y la arquitectura como una relatora de la memoria colectiva en el tiempo o como un megáfono del pasado, casi tan elocuente como la historia escrita misma, estamos compelidos a revisar la expresión “arte prehistórico”, muy utilizada por los académicos, donde se nos habla de que si no hay escritura no hay historia y, por tanto, el arte realizado en los tiempos de la pre escritura, se clasifica de esa manera, sin embargo los petroglifos de las cavernas de la zona franco cantábrica en el neolítico son una parte fundamental de la memoria, debe clasificarse como historia y tiene que ser preservado y puesto en valor.
Citamos el caso, como referente, de un pueblo con un rico y olvidado patrimonio arquitectónico, San Pedro de Macorís. Recorrer el deteriorado centro histórico de San Pedro, a pesar del uso agresivo e indiscriminado de un desafortunado cableado aéreo, de calles en mal estado y letreros que son una agresión visual de las fachadas, es un edificante evento pedagógico. Esta ciudad, que a principios del siglo XX fue la capital económica y cultural del país, era el receptáculo de una significativa y variada inmigración entre la que destacamos a propietarios de la rica industria azucarera en Cuba. Es allí donde arriban maestros europeos y personal de las islas del sur cuya mano de obra había sido entrenada con ingleses, franceses y holandeses. Mención especial amerita el arquitecto checo Nechodoma que tenía influencia de Frank L Wright, de quien se cree era su discípulo.
Podemos encontrar en este centro histórico modelos de arquitectura neoclásica como es el caso del Teatro Restauración y el Centro Español, construcciones victorianas de extraordinario valor y belleza como el Edificio Morey (a punto de colapsar), obras que reinterpretan el mudéjar tal como percibimos en la vivienda Casasnovas de 1919 con sus arcos lobulados, modelos del Art Nouveau en la oficina Porfirio Herrera, el Art Deco de la Clínica Dr. Alam y la Casa Armenteros que es un verdadero palacio de estilo renacentista hoy en ruinas y ocupado por indigentes, entre otros.
Sirva este texto como voz de alerta y llamado dramático a intervenir ese patrimonio tangible y rescatar, en alguna medida, aquellos tiempos gloriosos de la Sultana del este, conocido como “La danza de los millones”.
| Imágenes cortesía de Arq. Gamal Michelen / Arq. Roger Raffa.
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